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Parábola de los dos dictadores

Boris Muñoz

De Pérez Jiménez a Maduro, Venezuela es un país que nunca se deja domar. Siempre busca su libertad, entre golpes y revoluciones, al ritmo de la resistencia y la rebelión.

El periodista Boris Muñoz

Sobre el autor/a:

Boris Muñoz

Boris Muñoz es curador de IDEAS de BOOM. Fundó y dirigió la sección de opinión del The New York Times en Español. Síguelo en X:@borismunoz; Instagram y Threads: @borismunozO

La estatua de Chávez, situada en una plaza de la avenida Shema Saher en Coro, Estado Falcón, fue derribada por manifestantes el 29 de julio.
La estatua de Chávez, situada en una plaza de la avenida Shema Saher en Coro, Estado Falcón, fue derribada por manifestantes el 29 de julio.

Venezuela, cuna de la Independencia de cinco países, nunca ha sido un lugar tranquilo. A mediados del siglo XX, el dictador Marcos Pérez Jiménez intentó domarla con mano dura, concursos de belleza y megaobras de infraestructura, rascacielos, amplias avenidas y autopistas que entonces resultaban futuristas. Pero fracasó. Pese a haber enviado al exilio a los principales líderes opositores, torturado, asesinado y encarcelado a cientos de militantes de Acción Democrática y el Partido Comunista, Pérez Jiménez fue derrocado por un golpe palaciego, tras cometer fraude en un plebiscito a fines de 1957.

La frase de Marx que dice que la historia ocurre dos veces, una vez como tragedia y otra como miserable farsa, podría estar por cumplirse en Venezuela, pero quizás a la inversa.

En el siglo XXI, Hugo Chávez hipnotizó a los venezolanos con emocionantes discursos que prometían un futuro libre de corrupción y los sedujo llenando sus bolsillos con los petrodólares de una bonanza nunca vista en el país. Pero tampoco logró domarlos. Una gran parte de la sociedad venezolana siempre ha rechazado al chavismo y se levantó una y otra vez en su contra. Desde la muerte del comandante Chávez, y debido a la corrupción, el engaño, la represión y la mediocridad, ese rechazo no ha dejado de crecer. De hecho, ha alcanzado más de 70%, según clama la oposición en su denuncia del fraude perpetrado por Nicolás Maduro y sus lugartenientes. Marx señaló famosamente que la historia ocurre dos veces: una vez como tragedia y otra como miserable farsa. Esta frase podría estar por cumplirse en Venezuela, pero quizás de forma inversa. El 23 de enero de 1958, Pérez Jiménez huyó de Venezuela rumbo a República Dominicana como un auténtico forajido, en un escape casi cómico, y dejando tras de sí una maleta con 13 millones de dólares. No sabemos cómo saldrá Maduro y si será con su prometido baño de sangre. Pero lo que sí se sabe es que los venezolanos ya han dado una lección cívica y libertaria y que al igual que con Pérez Jiménez, Maduro ya ha perdido el apoyo popular a causa de la marcada discriminación y represión, el aumento de la desigualdad social y la corrupción que han hundido al país en una profunda crisis económica y moral, como concluye el video que por ironías de la vida fue publicado por Telesur, la televisora creada y patrocinada por el chavismo.

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