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El futuro de Venezuela se decidirá en las calles

Por Boris Muñoz

Fhoto: André Cypriano/Urban-Think Tank - Caracas Case
Fhoto: André Cypriano/Urban-Think Tank - Caracas Case

9 de agosto de 2024

SumarioLa cúpula chavista aún cuenta con instituciones sumisas y unas fuerzas de seguridad que llevan adelante una brutal campaña represiva, pero no tiene base popular. Dicho de otra manera, el chavismo perdió al pueblo pero tiene las armas. Y aún con las armas hoy puede perder el poder.

El periodista Boris Muñoz

Sobre el autor/a:

Boris Muñoz

Boris Muñoz es curador de IDEAS de BOOM. Fundó y dirigió la sección de opinión del The New York Times en Español. Síguelo en X:@borismunoz; Instagram y Threads: @borismunozO

"La presión interna de los venezolanos reclamando sus votos en las calles es lo más decisivo. Es por eso que la oposición debe hacer una pausa y reflexionar muy bien sus próximas jugadas."

La frase es ya célebre: ¡Y vamos ganar, por las buenas o por las malas!”. La pronunció Nicolás Maduro el 4 de febrero de 2024 en un mitin para celebrar los 32 años del fracasado golpe militar de Hugo Chávez. En la madrugada del lunes 29 de julio, ya había cumplido su promesa al perpetrar el mayor fraude que se haya visto en la historia latinoamericana reciente.

Aunque Maduro no ha podido imponer el robo, ha desatado una inmensa oleada de represión. Se trata de una acción coordinada de los colectivos armados, los tenebrosos cuerpos de seguridad, como el Sebin, DAET y DGCIM, y la Guardia Nacional Bolivariana. En los videos compartidos, por redes sociales y chats personales, se puede ver a estas fuerzas aterrorizando, secuestrando, asesinando y desapareciendo ciudadanos, entre ellos testigos electorales, activistas, dirigentes de oposición, más de un centenar de menores de edad y personas con discapacidades. En apenas 10 días el saldo del terrorismo de Estado alcanza a al menos 24 muertes y más de 1200 detenidos, según cifras del Foro Penal Venezolano.

Pero este despliegue de fuerza podría distraer del dato clave de la elección: cabalgando sobre la épica campaña de María Corina Machado –la candidata proscrita por el chavismo–, la oposición logró lo que nunca antes: construir una nueva mayoría política, mordiendo la base del chavismo en todo el país, sobre todo en los barrios y pueblos más pobres, donde un cuarto de siglo de clientelismo y extorsión habían cimentado el dominio de la revolución bolivariana. Maduro perdió en todos los estados por un margen superior a 2 a 1 a favor de González Urrutia.

La cúpula chavista aún cuenta con un conjunto de instituciones sumisas, como el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia y la Fiscalía General, prestas a ejecutar sus órdenes, y unas fuerzas de seguridad que llevan adelante una brutal campaña represiva, pero no tiene base popular. Dicho de otra manera, el chavismo perdió al pueblo pero tiene las armas.

Y mientras los militares, que han sido la casta consentida todo este tiempo, sigan “firme y a discreción” será muy difícil producir el ansiado cambio de gobierno en Venezuela. De allí que es mejor no sacar cuentas erróneas como creer que el gobierno de Maduro está caído o a punto de caer.

Al mismo tiempo, es un hecho que el chavismo nunca había estado más vulnerable. En elecciones y protestas anteriores, la población de los sectores populares pocas veces se había manifestado espontáneamente a favor de una causa abanderada por la oposición. Esta vez, venezolanos de todas las esquinas del país han protestado el fraude. Ese apoyo, organizado y movilizado, es el capital político con el que cuenta el país para presionar por el reconocimiento del triunfo de González Urrutia y la palanca más eficaz para forzar la salida de Maduro del poder. Con su estafa millonaria, Maduro perdió por completo la buena voluntad que había intentado ganar gracias a un intenso y costoso cabildeo y el mejoramiento de la economía producto del levantamiento de sanciones pactado con el gobierno de Joe Biden.

"Esta vez, venezolanos de todas las esquinas del país han protestado el fraude. Ese apoyo, organizado y movilizado, es el capital político con el que cuenta el país para presionar por el reconocimiento del triunfo de González Urrutia y la palanca más eficaz para forzar la salida de Maduro del poder."

Bien aprovechado, el momento le ofrece a la oposición la oportunidad de revertir dos décadas de intentos fallidos a favor del cambio y la libertad y romper el estancamiento que ha beneficiado al gobierno. Por supuesto, esto es más fácil de decir que hacer.

Maduro

Aquilatar la experiencia

El filósofo y poeta español George Santayana formuló una paradoja admonitoria: “Aquellos que no recuerdan su pasado están condenados a repetirlo”. La mediación internacional que llevan adelante Brasil, México y Colombia para que haya un recuento puede ayudar a resolver la crisis, pero no desalojará a Maduro. La presión interna de los venezolanos reclamando sus votos en las calles es lo más decisivo. Es por eso que la oposición debe hacer una pausa y reflexionar muy bien sus próximas jugadas. En concreto, está obligada a recordar protestas y eventos electorales anteriores, como La Salida, en 2014, o el triunfo parlamentario de 2015, para evitar los errores que se cometieron en esas ocasiones.

Durante La Salida, tras la entrega de Leopoldo López al gobierno, los manifestantes fueron obligados a replegarse en la Plaza Altamira, bastión tradicional de la protesta opositora en el este de Caracas. Allí, muchos jóvenes se mantuvieron protestando por algunas semanas. Hubo intensas refriegas que fueron brutalmente reprimidas hasta que las manifestaciones se apagaron por desgaste. A pesar de haber derrotado al chavismo de manera contundente en las elecciones para la Asamblea Nacional de 2015, la oposición nunca pudo hacer valer plenamente la mayoría absoluta ganada en buena lid en las urnas de votación. El gobierno usó al Tribunal Supremo de Justicia para torpedear las acciones parlamentarias, cancelando por la posibilidad de llevar adelante un referéndum para revocar el mandato de Maduro. Esas dos ocasiones muestran cómo el chavismo ha comprado tiempo de manera muy eficiente para apagar los fuegos que podrían amenazar su poder.

Esto nos devuelve al convulso presente: de nuevo la estrategia del gobierno frente a su mayor crisis de legitimidad, es arrastrar a la oposición a una guerra de desgaste. Lo que cada bando ha hecho esta semana es evaluar sus fuerzas y debilidades, asegurar las alianzas y tomar posiciones para un largo enfrentamiento. Irse a las calles es para la oposición una propuesta muy riesgosa que en el pasado ha terminado indefectiblemente en un reflujo de la participación ciudadana. Y, sin embargo, es la mejor vía de expresión contra el abuso de poder y las trampas chavistas. Las protestas serán cruciales para seguir adelante. Pero no pueden repetir ni el atrincheramiento y la violencia de La Salida, ni los amenazantes aspavientos del triunfo parlamentario.

Lo que puede hacer esta vez la diferencia es que hasta este domingo ningún líder opositor había contado con una sólida mayoría nacional. González Urrutia y Machado han logrado unir a la población en la repulsa al chavismo y deben actuar de manera muy cautelosa en sus acciones minimizando los flancos de ataque. Por ejemplo, deben evitar que el gobierno fracture a la oposición y los aísle como lo hizo con Juan Guaidó. Para Maduro, ese sería un resultado ideal, pero es bastante más difícil de alcanzar hoy de lo que fue en 2020 durante la pandemia. Al contrario de Guaidó, González Urrutia fue elegido por los votos, mientras Machado reconstruyó su liderazgo contra viento y marea y de abajo hacia arriba.

La principal misión del liderazgo opositor es defender la legitimidad que le ha dado la participación ciudadana y lograr que la justa rabia que sienten los venezolanos permanezca viva pero sin desbordarse. A la vez, debe mantener la presión en el frente internacional para llegar a una negociación con Maduro en la que se acuerden solamente dos cosas. Primero: un reconteo basado en una verificación técnica independiente, imparcial y transparente de los resultados electorales. Segundo: los términos y garantías para la salida de la cúpula chavista tras el reconocimiento de la victoria de Edmundo González. Ambas cosas deberían llevar a una transición pacífica.

"La principal misión del liderazgo opositor es defender la legitimidad que le ha dado la participación ciudadana y lograr que la justa rabia que sienten los venezolanos permanezca viva pero sin desbordarse."

No obstante, ese escenario puede estar muy cerca o muy lejos. El gobierno se encuentra atrincherado y espera imponer el fraude usando su andamiaje institucional, la represión y su capacidad de influir en una negociación. No hay que olvidar que los presidentes Lula, Petro y López Obrador, quienes buscan mediar en esta crisis, son aliados históricos del chavismo y parte de sus redes internacionales de poder. Estos tres tenores de la izquierda latinoamericana tienen tanto interés en aclarar el resultado como en salvarle el cuello a quienes han sido sus amigos y compañeros de viaje por décadas. Así, pues, Maduro partiría con una posición potencialmente ventajosa. Y de ahí que, a pedido del tirano, estén considerando excluir a María Corina Machado de los diálogos en busca de una solución. El propósito de Maduro al ningunearla es rebajar su estatura dentro y fuera de Venezuela. (Si los mediadores aceptaran el pedido de Maduro, estarían perpetrando una canallada contra una mujer que se ha ganado milímetro a milímetro su lugar en la política con mayúscula y un acto de machismo y misoginia intraficable en el siglo XXI).

Para responder al atrincheramiento del gobierno, la oposición necesita llevar adelante una movilización de calle pacífica, creativa y constante. Si la mediación de los tres países no lleva al reconteo en dos semanas –un lapso más que prudencial–, significa que el gobierno solo quiere alargar el juego para desgastar el reclamo cívico. Los venezolanos deben hacerse sentir otra vez en las calles. Una clave de la protesta será entonces salir de lo que ha sido tradicionalmente el territorio opositor. Esto demostrará que no es la demanda de una clase privilegiada sino de todo el país.

En Caracas, en particular, hay que salir de de la Plaza Altamira, ubicada en un céntrico municipio de clase media en el este, que ha sido el refugio histórico de las protestas opositoras, para avanzar hacia el oeste, donde se encuentran las instituciones del gobierno, rodeados de barriadas y urbanizaciones populares, invitando, cuadra por cuadra, a más ciudadanos de clase media y baja a sumarse. Esto obliga a los líderes a evitar reaccionar al predecible acoso y las provocaciones de los colectivos armados chavistas. También tienen que recordar a los militares y policías encargados de la represión, la máxima del Libertador Simón Bolívar: “Maldito el soldado [o policía] que apunta su arma contra su pueblo”.

Quien venza en el pulso de la calle ganará una contienda que tiene carácter existencial para cada actor. Por eso, cada error tendrá un costo muy alto.

"Tener las armas le da al chavismo un enorme poder inmediato, pero usarlas puede ser altamente costoso a mediano y largo plazo para quienes dan y ejecutan las órdenes."

Tener las armas le da al chavismo un enorme poder inmediato, pero usarlas puede ser altamente costoso a mediano y largo plazo para quienes dan y ejecutan las órdenes. Los militares que están a cargo de la represión saben que los crímenes de lesa humanidad no prescriben. De ahí que, pese a las más de cientos de detenciones sin derechos procesales, no se ha llegado al baño de sangre que vaticinó Maduro. Esto deja abierta la posibilidad de seguir llamando los mandos medios a que no repriman las manifestaciones; solamente con no reprimir contribuirían a socavar la base militar que sostiene del poder chavista.

La oposición, por su parte, pese a sus desorganizados mensajes del 28 de julio, ha jugado sus cartas de manera certera. Sin embargo, está siendo perseguida y hostigada. La dictadura presiona a sus líderes a salir el país y abandonar a la lucha. Para evitar ser puesta en jaque, la dirigencia opositora debe moverse con la cautela de un zorro que camina sobre una delgada capa de hielo.

El turpal guajiro, ave nacional de Venezuela.
El turpal guajiro, ave nacional de Venezuela.

La libertad canta hasta el final

Según las últimas informaciones confiables, los presidentes al frente de la negociación hacen sus mayores esfuerzos para convencer a Maduro de aceptar un reconteo transparente. Como es muy difícil que el dictador dé su brazo a torcer, puesto que se vería desenmascarado, es probable que la negociación se quiebre dejándolo aislado de la región y del mundo, salvo por el apoyo de otras dictaduras y un puñado de países con democracias iliberales. En ese escenario, la capacidad económica del régimen para sostenerse mermará rápidamente sin posibilidad de recuperación en el corto y mediano plazo. Esto sin considerar el efecto de las nuevas sanciones contra el gobierno que impondría Estados Unidos.

Esta semana, González Urrutia y Machado lanzaron un llamado a los rangos bajos de la Fuerza Armada Nacional y a la policía a que respeten los resultados de la elección y acompañen al pueblo. Se trata de una distinción de fondo que busca tocar el corazón y la conciencia de la tropa en lugar de apelar al interés de salvarse de los altos mandos. Esto sugiere que los líderes se preparan para una protesta continuada si la gestión de Lula, Petro y Amlo fracasa. Pero no hay forma de probar si el llamado a los soldados y policías funcionará, sino manteniendo a la población en la calle en pie de lucha. Como ha sucedido varias veces en nuestra historia, Venezuela solo podrá ser reconstruida cuando los venezolanos recuperen los derechos que la dictadura militar les ha expropiado. Son días agónicos, pero vale la pena el riesgo. El futuro de Venezuela se decidirá en las calles.

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