Abarrotados en los trópicos

Decenas de personas están montadas en una canoa. La mayoría está desnuda, expuesta en su esencia. Son hombres y mujeres retorcidos, algunos con piernas larguísimas, genitales al descubierto, sonrisas demoníacas. También hay niños, uno está pálido como un cadáver, y un ángel que sostiene una flecha, como un cupido. Son tantos que la canoa parece a punto de hundirse; apenas se ven los bordes bajo el agua. ¿Serán migrantes? ¿Un arca de Noé étnica? Otros están sumergidos, nadando, buceando, como si fueran delfines, seres mitológicos. En medio de la densa selva, una mujer desnuda flota. "Santa del Papo" es el nombre de la pintura del artista panameño Brooke Alfaro hecha en finales de los años 90. En los años siguientes, Alfaro pintaría también "Archipiélago" y "La tierra tembló y el mar rugió", que funcionan como una trilogía sobre viajes inhóspitos y distópicos. En las tres pinturas, los seres humanos enfrentan densos ríos y opresivas junglas llevando consigo sus sueños, sus miedos y sus hijos, porque migrar, al fin y al cabo, es formar parte del ecosistema de este mundo. Hoy, con la crisis migratoria latinoamericana, cuyo nudo está en el Tapón del Darién en Panamá, su obra está más vigente que nunca y por esta razón está expuesta en el Pabellón de Panamá de la actual Biennale di Venezia, que ha elegido para su 60ª edición el tema "Extranjeros en Todas Partes". Aquí, Boom reproduce las tres obras por cortesía del autor. (Carol Pires)