6 de julio de 2024
SumarioEntrevista a Agustín Romo, el diputado influencer de Milei.
Sobre el autor/a:
Juan Elman
Juan Elman es un periodista argentino especializado en política internacional. Actualmente vive en Ciudad de México, donde cubre las Américas para Cenital y otros medios. Es autor de ‘Nada será como antes. ¿Hacia dónde va Chile?’ (Ediciones Futurock, 2022).
La historia que terminó con Javier Milei como presidente de Argentina se compone de distintos capítulos, pero tuvo uno importante alrededor de 2019, cuando Mauricio Macri, un ingeniero de centroderecha, se encontraba al final de un gobierno fallido y el peronismo conducido por Cristina Kirchner se preparaba para volver al poder. La sociedad vivía entonces una suerte de revolución cultural impulsada por el feminismo, que un año antes había logrado que se discutiera la legalización del aborto (finalmente fue aprobada en 2020).
Por debajo del radar de la mayoría de analistas progresistas, un grupo desarticulado de jóvenes, mayormente hombres menores de treinta años, comenzó a darle forma a una reacción. Organizados en redes sociales e inspirados por las experiencias de Brasil y Estados Unidos, una nueva derecha sin representación política estaba naciendo en Argentina, bajo un discurso contestatario que atraía a cada vez más jóvenes. Una camada de influencers se divertía atacando usuarios progresistas y exhibiendo músculos digitales: se jactaba de instalar hashtags en Twitter en cuestión de minutos y organizar eventos presenciales sin plata ni experiencia. En poco tiempo se había formado una comunidad. El punto de inflexión llegaría en medio de una pandemia y bajo un gobierno que ya mostraba signos de crisis. La nueva derecha conseguiría representación en Javier Milei, uno de los referentes de esa incipiente comunidad y en sí mismo un influencer digital, que ganó una banca de diputado en 2021 y dos años después se convirtió en presidente.
Agustín Romo era uno de esos influencers. Tuvo varias cuentas de Twitter (@ajustermo, @USDtin, @1Dolar1peso) antes de saltar del anonimato y revelarse como uno de los armadores del nuevo espacio político de Milei. Fue director de comunicación digital de La Libertad Avanza en la campaña y hoy es diputado de la Provincia de Buenos Aires. Su rol fue coordinar los esfuerzos gratuitos de muchos comunicadores jóvenes que simpatizaban con Milei e integrarlos a la campaña, una tarea que hoy continúa en el gobierno. Tiene 27 años, y si bien ya no es de los cuadros más jóvenes, representa a una generación que vivió casi toda su vida con una inflación de dos dígitos y el ruido de fondo de una crisis perpetua, y que el año pasado se inclinó mayoritariamente por Milei en las elecciones.
Me encontré con Romo en un café de Plaza Mayo a metros de la Casa Rosada, el palacio de gobierno. Milei está cerca de cumplir siete meses en el cargo, y la economía sigue en la cuerda floja: la inflación se ha desacelerado, pero bajo un contexto de fuerte recesión económica, que ha aumentado la pobreza. Durante la hora que compartimos desfilaron otros influencers como Gordo Dan, diputados oficialistas y el realizador audiovisual de la campaña de Milei, Santiago Oría, todos protagonistas del nuevo mapa de poder político en Argentina. En esta conversación, editada por motivos de claridad y concisión, Romo habla con Boom sobre el lugar de las redes sociales en la presidencia de Milei, su conexión con los jóvenes, el presente de la izquierda y su experiencia como orador en CPAC Hungría, donde hizo migas con referentes de la extrema derecha global.
— Una sensación que tengo desde el comienzo es que ustedes, antes que nada, se divertían. La pasaban bien. En la campaña también se veía. La primera pregunta que tengo es si eso era así, y si se siguen divirtiendo en el gobierno.
"Nosotros siempre dijimos, medio en chiste y medio en serio, que los progres no son felices ni cuando ganan. Tienen una concepción amargada de la vida. Siempre le encuentran algún problema a algo para ponerse tristes"
— Nosotros siempre dijimos, medio en chiste y medio en serio, que los progres no son felices ni cuando ganan. Tienen una concepción amargada de la vida. Siempre le encuentran algún problema a algo para ponerse tristes. Yo considero que la vida es más simple, más allá de la política. Respecto a si nos seguimos divirtiendo ahora que somos gobierno, la respuesta es que yo lo tomo con mucha responsabilidad. El rol que tengo es uno de los honores más grandes de mi vida, y sé que hay muchísima gente esperanzada con este cambio de rumbo que nos toca llevar a cabo. Te diría la frase del Tio Ben [de la película Spiderman]: un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Entonces sí, en la vida es fundamental divertirse para que las cosas funcionen, pero ya no es una campaña o un tweet. No es boludear. Ahora es gobernar, y no es para nada fácil.
— ¿Cuál es tu rol en el gobierno?
— Arranco por la campaña y te lo llevo a la gestión. Yo fui el director de comunicación digital de La Libertad Avanza, que era más que nada coordinar los esfuerzos que hacían distintos comunicadores de manera independiente para llevar el mensaje y las ideas. Había mucha gente que se te acercaba y te preguntaba cómo podía ayudar. Una persona que hacía entrevistas en un canal de Youtube, o buenos videos de TikTok explicando la inflación, o simplemente con muchos seguidores en Twitter. Mi rol fue ordenarlos en base a lo que le servía a la campaña comunicar. Y llevaba también la comunicación oficial. Hoy, si bien soy diputado de la provincia, sigo colaborando con eso.
— ¿Cuán importante fueron esos comunicadores para el ascenso de Milei?
— En 2023 los medios tradicionales estaban divididos en dos grandes grupos políticos: el oficialismo de ese momento, que era el peronismo, el kirchnerismo, etcétera, y lo que se consideraba la oposición, que era Juntos por el Cambio [la coalición de centroderecha fundada por Mauricio Macri]. Nosotros no contábamos con que esa estructura nos respondiera a nosotros, e incluso hoy que somos gobierno sacamos toda la pauta oficial, o sea que tampoco la tenemos, entonces las redes sociales fueron fundamentales para poder llevar los mensajes que los medios no levantaban. En el primer acto que hicimos, en 2021, no vino un solo medio a cubrirlo. Después lo que hicieron fue mover los videos que habíamos hecho nosotros. Obviamente al próximo acto ya estaba lleno de medios. Dijeron: bueno, acá hay algo. Pero siempre trataron de ningunearnos. Si vos te fijas, en el Congreso y en todos lados nos dicen que les aflojemos a las redes. Pero no es algo que nosotros simplemente lo motorizamos, las redes son un reflejo de la realidad. Si un diputado dice que no va a votar la ley bases y desde abajo lo cagan a puteadas, bueno, no es que lo mandamos a hacer nosotros. Lo que pasa es que muchos políticos estuvieron tan desconectados de la realidad que el choque con esa realidad les hace ruido.
— Pero te preguntaba puntualmente por esos chicos comunicadores, que al principio parecía que lo que hacían era para reírse, sin pensar en un proyecto político determinado.
— Pero había un objetivo final. Obviamente que en el medio te divertís porque es gracioso y nosotros hacíamos chistes y baiteábamos, pero si tenés un pibito de 18 años que a su cuenta de Twitter la leen 10 millones de personas por mes, ¿cómo no va a ayudar? Es una ayuda de la san puta.
— Lo que quiero decir es que antes de que Milei saltara a la política, cuando era solo un influencer y vos también, el movimiento parecía más bien desarticulado. Y de hecho me acuerdo de entrevistarlos a ustedes hace cuatro o cinco años y la idea era: en este país zurdo y peronista nunca va a ganar la derecha.
"Lo que nosotros veíamos a través de las redes sociales era que antes de que el presidente decidiera meterse en política había más gente de derecha de lo que se pensaba."
— Bueno, lo que nosotros veíamos a través de las redes sociales era que antes de que el presidente decidiera meterse en política, te estoy hablando de 2019, había más gente de derecha de lo que se pensaba. Incluso muchos peronistas, que no estaban de acuerdo en que si un nene de 8 años dice que es una nena hay que darle hormonas y cortarle el pito, ¿me entendés? Y te lo puedo llevar a otros temas como aborto o el calentamiento global. Temas en los que Juntos por el Kirchnerismo y Juntos por el Cambio no diferían en agenda. Dame una diferencia cultural entre el Kirchnerismo y Juntos por el Cambio. No hay ninguna. Vos no podes pretender que te vote la derecha diciendo que estás a favor de las infancias trans. Eso no va a ocurrir.
— Es curioso que menciones 2019 porque en ese año, que termina con la victoria del peronismo y donde venias de discutir el aborto, había un consenso bastante claro de que viviamos un momento progresista, protagonizado sobre todo por jóvenes.
— Pero vos sabes muy bien que nosotros lo decíamos en ese momento, y los jóvenes del país no están todos en la Ciudad de Buenos Aires. Nadie se animaba a decirlo, pero vos veías en la cantidad de likes y en las repercusiones que había mucha más gente que pensaba como nosotros.
— Volviendo un poco a las redes, ¿cómo ves esta dicotomía que se plantea entre la estructura digital y la territorial, la calle online y la calle offline, digamos? Milei casi no viaja por Argentina, por ejemplo.
— Milei ganó en siete provincias a las que no fue en campaña porque no tenía el dinero. Ahí te estoy dando un ejemplo, pero yo armé territorio en 2023. Soy el coordinador de San Miguel [un municipio de la Provincia de Buenos Aires], sin ir más lejos. Controlé más de 2000 mesas de fiscalización [de votos] en las elecciones. Puse fiscales y los entrené. Ese trabajo se hace también. El gobierno le da prioridad a gobernar. Nosotros no vivimos en una eterna campaña como hacen todos los políticos. Dijimos que íbamos a solucionar el tema de la inflación. Nuestro objetivo era demostrarle a la gente cómo se hace. Y lo estamos haciendo. A la perfección, para mí.
— Al comienzo del gobierno se decía, en base a esa carencia de estructura territorial, que los iban a pasar por encima…
— Los de Juntos por el Cambio decían al principio que [Sergio] Massa [el candidato del peronismo en 2023] nos había llenado las listas [de diputados]. Después de las elecciones los demás empezaron a decir que Macri nos había copado el gobierno. Asumimos, y al final ni Massa nos llenó las listas ni Macri nos copó el gobierno. Decían que no sabíamos hacer política, que nos íbamos a caer. Y al final no arreglamos ni con Macri ni con Massa y aprobamos una ley con la minoría más significativa de cualquier oficialismo. Y una de las leyes de reforma del Estado más grandes de los últimos tiempos.
— ¿Y eso a qué se lo atribuís?
— A que nosotros no somos ningunos boludos, contrario a lo que todo el mundo siempre quiso instalar. Y es mejor que te tomen de boludo, porque te siguen subestimando.
"A que nosotros no somos ningunos boludos, contrario a lo que todo el mundo siempre quiso instalar. Y es mejor que te tomen de boludo, porque te siguen subestimando"
— En 2019 o 2020, cuando ya se empezaba a armar esta comunidad digital de derecha, era difícil pensar en Milei como un líder.
— Milei todavía no se había metido en política ahí. Pero era el líder de la revolución cultural. Nosotros si bien hacíamos cosas siempre decíamos: el número 1 es Milei. Yo pienso que esto no hubiera podido ocurrir sin Milei. Él tuvo el coraje y la visión de agarrar y decir: armo un partido, me presento a elecciones, no tranzo con nadie, digo lo que yo creo y no lo que me conviene. Eso es fundamental. Cualquier otro político, teniendo lo que tenía Milei en 2023, hubiera arreglado con Juntos por el Cambio.
— ¿Por qué tantos jóvenes votaron por Milei?
— Creo que hay varias cosas. Una es que los jóvenes tuvieron menos tiempo de exposición al adoctrinamiento cultural educativo que se vive en distintos lugares de la República Argentina, que se vivía y que se sigue viviendo, porque es muy difícil cortarlo. El otro punto es el acceso a la información desde el teléfono, poder comprobar empíricamente que esas ideas no funcionaron en ningún lado. La autoinvestigación. Y creo que la pandemia tuvo mucho que ver, porque le demostró a la gente qué fácil es para un político sacarte libertades básicas que vos creías que tenías para siempre. Ahí en la pandemia se dio la clara distinción entre la política y la gente. Cómo los que vivían de la política estaban bien, y los que tenían que salir a laburar la estaban pasando para el orto.
— ¿Y cuán incondicional es ese apoyo? De hecho yo pensé que me ibas a decir en la respuesta anterior algo sobre el hartazgo: que para un pibe de 20 años que le tocó ver gobiernos más o menos malos Milei encarnaba algo nuevo.
— Lo que pasa es que yo creo que el voto joven es un voto ideológico. El voto más grande puede ser eso que estás diciendo vos: gobiernos de mierda, son todos chorros, hay que romper todo.
— ¿Vos estás seguro de que el voto joven es ideológico?
— Sí. Para mi sí. No estoy hablando con números, es mi interpretación.
— Hay algunas encuestas que dicen que, entre los grupos donde Milei pierde más apoyo, la mayoría son jóvenes. ¿No creés que ese voto a Milei se puede esfumar si no cumple expectativas?
— No creo que ningún joven, que en su mayoría son liberales, diga: Milei no funcionó, así que ahora voy a votar al que propone subir impuestos, regular todo, prohibir el comercio internacional.
— Bueno, esos jóvenes votaron en su mayoría por Alberto Fernandez en 2019. Pero ya que estamos en eso, ¿qué no está haciendo la izquierda o el progresismo, como quieras llamarlo, para que esos jóvenes vuelvan a acercarse?
"La izquierda está vieja. Y la izquierda argentina, donde te meto al kirchnerismo, al radicalismo y a toda la izquierda es el establishment"
— La izquierda está vieja. Y la izquierda argentina, donde te meto al kirchnerismo, al radicalismo y a toda la izquierda [se refiere al trotskismo] es el establishment. Es defender la agenda anti-Argentina. Esto de que no se puede cultivar en el campo porque contamina, que no se puede explotar los recursos naturales porque la patria no se vende. Todas esas pelotudeces de la agenda anti-desarrollo. Es una agenda completamente antiperonista, te diría. Yo creo que la izquierda se volvió cipaya.
— Es una declaración fuerte, considerando que viene de un gobierno que propone construir una base militar con Estados Unidos en la Patagonia.
— Nada que ver. Primero, nosotros no le dimos una base militar a Estados Unidos, eso no es así, los que le dieron una base militar a una potencia extranjera, que es una dictadura comunista, fue el gobierno de Cristina a China. Somos el gobierno menos cipayo de la historia. Incluso en la ONU hemos votado cosas distintas a las que votó Estados Unidos.
— ¿Y por qué es distinto lo que vos señalas del Kirchnerismo con China, que es discutible, con lo que hace Milei con Estados Unidos e Israel?
— Primero porque China es una dictadura y Estados Unidos e Israel son dos democracias. Es más, Israel es la única democracia del Medio Oriente. Y nosotros no estamos entregando ningún pedazo de territorio nacional a ningún estado extranjero. Yo mismo he hecho el reclamo de la soberanía por las islas Malvinas en un foro internacional con toda la derecha [se refiere a su intervención en CPAC].
— ¿Cómo fue tu experiencia en Hungría?
— Estuvo muy bueno. Primero, cuando el gobierno elige que yo vaya fue un orgullo y un honor. Después la pasé muy bien escribiendo el discurso. Porque era todo lo que siempre me hubiese gustado decirle al votante yankee: muchachos, no arruinen lo que tienen. Yo lo que voy diciendo es algo como “Occidente está en peligro porque están queriendo aplicar todas las cosas que se aplicaron en Argentina cuando Argentina era el país más rico del mundo y terminamos como estamos. Si hacen esto van a terminar como nosotros. No lo hagan”.
— En esa familia global de ultraderecha Milei tiene algunas cosas que desentonan. Es el único libertario, no es particularmente nativista y no es nacionalista, claramente Milei no hizo del nacionalismo una bandera como sí lo hicieron Trump y Bolsonaro. ¿Cómo explicás esa conexión?
— Cada gobierno tiene que ocuparse de los problemas de su país. Argentina no tiene un tema con la inmigración como si lo tiene Europa o Estados Unidos. Además en el gobierno de la Libertad Avanza y en la gente que los votó no son todos libertarios: hay libertarios, liberales, conservadores, nacionalistas y hasta peronistas. Fue encabezado por Javier, que es libertario, pero yo lo conozco hace mil años y él tiene tweets en 2016 festejando la victoria de Trump contra Hillary. Lo que más en común tenemos es que todos los que participamos en CPAC estamos en contra de la agenda 2030.
— ¿Qué es la agenda 2030?
— La tenés ahí [señala el celular]. Googleala y agregala después.
— Es que quiero que la expliques con tus palabras.
— Es una agenda que tiene, creo, 17 puntos. Y básicamente apunta en última instancia a que haya una especie de gobierno global. Eliminar la soberanía de los estados sobre las decisiones que toman en su propia patria. A mi me gustan los estados libres comerciando entre sí. No me gusta el FMI. No me gusta la ONU. No me gusta la Unión Europea. No me gusta el Mercosur. No me gusta la Organización Mundial de la Salud. No me gustan los burócratas no electos diciéndole a gobernantes electos lo que tienen que hacer.
— Se me ocurren dos cosas. Lo primero es si no sentís que eso de la agenda 2030 suena un poco a una teoría conspirativa.
— Lo dicen ellos cuando se juntan. No lo digo yo. Mirá los foros de Davos. Fumate esas charlas.
— Y lo segundo es que se me hace inevitable pensar en cómo algunas de las banderas que levantaste recién supieron ser levantadas por la izquierda.
— Por eso te digo que se volvió establishment. Se aburguesó. Igualmente yo no estoy de acuerdo con la izquierda. Si la izquierda dice eso no voy a apoyarla, porque si después hace lo que quiere te socializa medios de producción y se te mueren 80 millones de personas como en China.
— Sobre esto de que la izquierda se volvió establishment y cipaya, hay voces que desde la izquierda cuestionan alguno de sus elementos más progresistas o identitarios. Esta suerte de “izquierda anti-woke”, como surgió hace poco en Alemania. Creo que en Argentina también están apareciendo, por lo menos en redes. ¿Percibís que pueden captar algo de lo que lograron ustedes?
— No, porque en última instancia sus ideas no funcionan. Por más que sean anti-woke. Yo celebraría que sean anti-woke, porque sería algo más nacional, más argentino. Pero además no veo que pase: sus dirigentes están comprados en esa agenda. Y vos fijate lo que pasa cuando salta alguno de estos que critican a lo woke lo que les contestan sus propios seguidores: los matan.
— Sí, pienso que cada vez menos también. Como que está emergiendo un consenso que podría traducirse como: che, ganó Milei, tenemos que dejarnos de joder con algunas cosas.
— Lo estoy pensando, pero ¿cómo partidos políticos tan cooptados por el establishment le van a habilitar lugares en sus listas a gente que no piensa como ellos? Mirá las listas del peronismo: es toda gente que está en la política hace 30 años. Además, que un boludo sea diputado no significa que tenga poder. Los que tienen el poder no tienen cargos. Y, al final, esos que en privado critican a lo woke no son en realidad tan anti-woke. Para mi la prueba de fuego es si estás a favor o no del aborto, qué querés que te diga. Si estás a favor del aborto no entendiste nada.
— ¿Creés que los métodos que ustedes usaron en redes lo pueden adoptar personas que piensan de otra manera?
— Lo intentan hacer, y algunos lo hacen bien. A veces veo que se copian un poco.
— ¿Pero lo ves como una amenaza?
— No. A ver, ahora el gobierno tiene que funcionar. Estamos en el momento donde nosotros estamos en la cancha. La inflación bajó y tiene que seguir bajando. Hicimos el ajuste más grande de gasto público, ahora tienen que venir las inversiones.
— Desde un punto de vista comunicacional, ¿cómo hace Milei para sostener su base?
— Hay que ir mostrando que vos estás haciendo todo lo que hay que hacer en el camino hacia la meta final. Primero había que hacer el ajuste. Lo hicimos. Luego hay que comunicarlo: la gente tiene que saber lo que estamos haciendo y sus consecuencias. También tiene que saber quiénes se oponen.
— Que Milei se pelee con Pedro Sánchez o ataque periodistas, ¿es parte de la estrategia?
— Milei dijo mil veces que él maneja sus redes sociales. Yo no soy quien para decirle al presidente ponele like a este tweet. Eso no ocurre. Y nosotros no fuimos a buscar el conflicto con Pedro Sánchez. Un ministro de Pedro Sánchez salió a decir que el presidente era drogadicto.
— Ustedes eligieron cómo contestarle.
— Pero obviamente vas a contestar. Escuchame, ¿cómo vamos a dejar que un ministro español…?
— Podrían haber respondido de otra manera.
— No. Te dijo drogadicto. Si quieren que responda de otra manera lo hubieran votado a Massa.
[En este momento una señora sentada en la mesa de al lado interrumpe la conversación para presentarse.
–Yo soy española y sobre lo que dice él debo decir que se quedaron cortos. Yo si soy Milei le respondo todavía peor.
Romo sonríe y le extiende el celular para que siga hablando.
–¿Esto lo vas a poner en la entrevista? –me dice–. ¿Vas a poner que una española dijo eso?
Le respondo que sí.
–Me metí porque ustedes hablan muy alto y no pude evitar escuchar –explica la española, que aclara que vive en Argentina hace treinta años.
–Fantástico. El señor es periodista y yo soy diputado de Milei –dice Romo.
–Ya que estamos, deberías decirle que afloje un poquito porque nos está matando. Yo lo apoyo, pero que afloje…
Romo me devuelve el celular y nuestra conversación se reinicia].
— La última pregunta que tengo es sobre el escenario a futuro. En Brasil y Estados Unidos, Bolsonaro y Trump se mantuvieron vivos políticamente al tragarse a la centroderecha. ¿Ves a Milei haciendo lo mismo o un mal resultado económico puede ponerlo en peligro? Ya escuchaste a la señora…
— Esos dos ejemplos se dieron porque el gobierno de Trump fue buenísimo y el gobierno de Bolsonaro fue buenísimo. Pierden por nada. Si el gobierno de Javier es bueno, yo creo que va a quedar como el líder de la derecha en Argentina. Hoy en día lo es.
— ¿Y si es malo?
— Si es malo la gente va a elegir no continuar con este rumbo, como le pasó a Macri, Alberto y Cristina. Los gobiernos no son para siempre.