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Detrás de El Portal: el “lujo” que encubre la explotación de las mujeres migrantes

Por Laura Woldenberg

Kenni Finol fue la imagen principal del portal Zona Divas
Kenni Finol

12 de septiembre de 2024

SumarioCandice Miller escapó de una red de trata que opera tras agencias de escorts. Su historia revela cómo estas plataformas explotan la vulnerabilidad de mujeres migrantes en México y América Latina, perpetuando un ciclo de abuso y violencia que pocos enfrentan o reconocen. Hay formas de ayudar a subsanar la enorme deuda que hay con las víctimas.

Laura Woldenberg

Sobre el autor/a:

Laura Woldenberg

Productora y documentalista

Cuando Candice Miller entró a mi oficina, mis prejuicios sobre las mujeres dedicadas al trabajo sexual se desmoronaron. Esperaba recibir a una mujer voluptuosa, operada, con ropa ajustada, de carácter duro. Candice, una colombiana en sus treintas tardíos, fue una de las cientos que se anunciaron en la página de escorts “de lujo” Zona Divas. Este portal desplegaba fotos de las escorts con información como estatura, talla, color de ojos y permitía “contratar” sus servicios sexuales a través de una llamada. Aunque me considero una mujer abierta y feminista, me di cuenta que de modo inconsciente estaba respondiendo a un estereotipo de las escorts. Estaba equivocada. No era una “femme fatal”, sino una mujer sencilla, con inquietudes similares a las mías, preocupada por su familia, alguien que peleaba por sus derechos. Eso sí, con mucha fuerza y valentía.

Mis colegas de Mezcla, una productora especializada en documentales, la habíamos invitado para que nos contara cómo operaba Zona Divas. En ese momento, trabajábamos en la producción de la serie documental “El Portal”, de Netflix, sobre la trata de mujeres con fines de explotación sexual en México y América Latina, que se estrenó el 5 de septiembre. Entre 2017 y 2018, Zona Divas saltó a la discusión mediática tras los feminicidios de cinco mujeres –cuatro venezolanas y una argentina– que se anunciaban ahí. Los casos, que fueron cubiertos de manera sensacionalista y estigmatizante, generaron comentarios como: “se lo merecía” o “eso les pasa por putas”. Al ver lo que habían publicado los medios, me di cuenta de que detrás de esas notas tendenciosas había historias que merecían ser contadas, y que aquellas mujeres debían ser recordadas desde una perspectiva humana, libres del estigma asociado con el trabajo sexual.

Cuando Candice llegó a México en 2016, adquirió una deuda con la “agencia” que funcionaba como el enlace para publicarse en Zona Divas. Le cobraba la renta del departamento donde vivía, el transporte, la ropa, todo a costos muy inflados. Estos gastos se le descontaban automáticamente de los 2.500 pesos que cobraba por servicio, de los cuales la agencia cobraba una comisión equivalente al 40%. Además, debía pagar al portal 5.500 pesos mensuales por publicarse. Para tener registro de los servicios sexuales y mantener un control llevaba una libreta donde describía a sus clientes: “este está loco”, “chico que habla raro”, “me fue super bien”, “este nunca más”.

Las mujeres dedicadas al trabajo sexual son percibidas como desechables por nuestra sociedad. Su vulnerabilidad las convierte en presas fáciles de la trata con fines de explotación sexual.

Las mujeres dedicadas al trabajo sexual son percibidas como desechables por nuestra sociedad. Su vulnerabilidad —ya sea por la presión económica, la falta de opciones o el deseo de un futuro mejor— las convierte en presas fáciles de la trata con fines de explotación sexual. Un cliente contó que son “objetos de lujo”. Estos “objetos” son en su mayoría mujeres de América del Sur que emigraron a México en busca de mejores oportunidades para ellas y sus familias a las que suelen ayudar enviando remesas desde el extranjero. Son madres, hermanas, amigas, como cualquiera de nosotras, que al llegar a México caen en un espiral de violencia oscuro y letal.

Entrevistamos a muchas otras trabajadoras sexuales, además de Candice. Queríamos conocer sus historias, cómo habían sorteado ese espiral de violencia, y si Zona Divas era una fachada para redes de trata o, como decía su fundador, simplemente una página de publicidad donde todas se anunciaban libremente. Pronto constatamos que el caso de Zona Divas nos permitía ofrecer una radiografía precisa de la trata con fines de explotación sexual en México y Latinoamérica, un tema que pocos en México miran de frente, a pesar de ser un país de origen, tránsito y destino en el tráfico humano.

Muchas escorts llegan a México engañadas, con promesas de empleo o mejores oportunidades, solo para verse atrapadas en una realidad que nunca imaginaron y de la que no pueden salir.

Las agencias de escorts cumplen todas las fases del delito de trata con fines de explotación sexual, desde la captación, el traslado, el alojamiento, hasta la explotación final, al cobrar deudas y comisiones por cada servicio, tal como le pasó a Candice. Muchas escorts llegan a México engañadas, con promesas de empleo o mejores oportunidades, solo para verse atrapadas en una realidad que nunca imaginaron y de la que no pueden salir. A menudo, el enganche comienza entre amigas que genuinamente creen que están ayudándose mutuamente al encontrar una oportunidad para salir de su país. De acuerdo a lo que investigamos, en esta cadena participan fotógrafos, estilistas, choferes y recepcionistas.

El Portal investigó la situación de las explotación de las mujeres migrantes

Las redes de trata están atomizadas y conectadas con el crimen organizado. Este delito implica una extensa cadena de personas y funciona gracias a la colusión con las autoridades. Las autoridades migratorias juegan un rol clave al permitir que estas mujeres entren a México, para luego ser extorsionadas por policías corruptos bajo la amenaza de deportarlas.

Zona Divas cerró en 2018 tras el feminicidio de la venezolana Kenni Finol, la mujer que era la imagen del portal. Ignacio Antonio Santoyo Fernández, su dueño, recibió una sentencia de 29 años por trata que fue revocada en 2021 por un juez que alegó falta de pruebas. De los cinco feminicidios relacionados con este portal, solo dos han llevado a una sentencia. Sin embargo, nuevas páginas similares siguen proliferando.

México ocupa el puesto 20 entre los 167 que integran el ránking de trata de personas. Es hora de comenzar a subsanar la enorme deuda de las autoridades con las víctimas.

La trata con fines de explotación sexual es un problema continuo y sistémico, como lo demuestra el brutal doble feminicidio de las jóvenes venezolanas Stephanie y Susej, a fines de julio en CDMX. Según el Informe Mundial sobre Trata de Personas 2022, 41% de las víctimas escapan y contactan a las autoridades por iniciativa propia, ya que las respuestas institucionales son insuficientes. Este mismo informe señala que en 2021 se registraron 1,305 víctimas de trata con fines de explotación sexual en México. El país ocupa el puesto 20 entre los 167 que integran el ránking de trata de personas. Es hora de comenzar a subsanar la enorme deuda de las autoridades con las víctimas.

Eso empieza por mejorar las fiscalías profesionales que ya existen. Por ejemplo, la fiscalía dedicada a la violencia de género debe adoptar una perspectiva de género en sus investigaciones. Y esto implica sensibilizar a los funcionarios, una capacitación profunda y continua en temas de derechos humanos, violencia de género y, a la vez, crear mayor conciencia sobre el impacto estructural del machismo. Para evitar la revictimización y garantizar que se haga justicia para las víctimas, las investigaciones deben ser rigurosas y libres de prejuicios.

Pero la prevención también es clave. Es vital que las mujeres conozcan los riesgos y que como sociedad estemos atentos a las señales que puedan indicar que alguien está en peligro. Estas historias no ocurren en algún lugar lejano; suceden en nuestras calles, en nuestros barrios, en los hoteles. Los usuarios del servicio de escorts deben ser concientizados para que comprendan que si están con una escort, es probable que sea víctima de trata con fines de explotación sexual.

Candice Miller logró escapar de las redes de trata, laboró de manera independiente como trabajadora sexual y, hoy en día, ha dejado esa vida atrás para convertirse en empresaria. Pero para muchas otras, la historia es diferente. Necesitan ayuda para recuperar su libertad e independencia. La diferencia entre la libertad y la explotación puede depender de nuestra capacidad para actuar sobre aquello que otros eligen ignorar. Cada historia que ignoramos es un eslabón que fortalece su esclavitud y toca actuar para que estas mujeres migrantes escapen de la explotación y recuperen sus derechos.



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